toreristas

Las dos Españas taurinas


Esta es una entrada que venía pensando hace tiempo y que decido escribir ahora por dos cosas: porque ha tomado más actualidad si cabe y porque tengo dos horas y media de AVE por delante.

Antes de meterme de lleno en el asunto voy a hacer una aclaración. Twitter. Se ha convertido en el lugar de «reunión» del mundo del toro por excelencia. Allí se encuentran todos los estamentos, con especial profusión de aficionados (lógico, puesto que al fin y al cabo somos el más numeroso). Pues bien, como tal, también es el mejor sitio para tomar consciencia de la situación . Y eso voy a intentar.

Como decía antes, la polarización del asunto taurino está en el asunto álgido por la polémica Viard-El Juli, pero es sólo la punta de un iceberg que viene de lejos. La primera consecuencia de este desdoble de bandos, es el «conmigo o contra mí», más acuciado en uno de ellos porque, todo hay que decirlo, uno es bastante más radical que el otro. Si te gusta El Juli, ya no puedes ser aficionado de carnet (del que dan ellos); si te emociona Manzanares, tienes una cruz en lo alto.

Ahora resulta que el toreo, el buen toreo, sólo se puede hacer con el toro que matan las figuras. Toro que, por otra parte, no es ni toro ni es nada si atiendes a los del otro lado. La cosa ha llegado a un nivel de esquizofrenia tal que, quienes se rasgan las vestiduras cuando se califica de moruchada una corrida (mal llamada) torista, son los mismos que llaman borregada a cualquiera que maten las figuras (al menos los moruchos son bovinos, hombre). ¿No se dan cuenta unos y otros de que hacen lo mismo que señalan como defecto al otro? No, no lo hacen, porque ellos tienen la razón.

Es un problema de cerrazón, de intransigencia. Toro y torero son lo que me gusta a mí y de esa raya para allá todo es mentira, pantomima o circo romano. Y si no tragas, llega el punto que más gracia me hace porque encima se dice adornado de toda la dignidad posible: el interés. Si defiendes algo que escapa de su tauromaquia de visión de túnel es por interés. ¿Cuál? Eso debes averiguarlo tú, porque normalmente no lo dejan muy claro. ¿Un retuit de Talavante o Adolfo? (¡Mi tesoro!). No puede ser que llegues a ese razonamiento por ti mismo; no lo conciben para ellos, lo van a concebir para ti.

A mí, todo hay que decirlo, me acusan más de palmero de figuras que de lo contrario porque me gusta su toreo cuando lo hacen y eso es motivo de exclusión instantánea. Pero de todo he tenido. Hasta uno me acusó, el pobrecillo, de defender la retransmisión de la corrida de Valladolid por TVE porque quería escribir en el ¨portal de las flores». En fin.

Yo apuesto por la tercera vía que se rige por los siguientes mandamientos: seguir llamando moruchada a una moruchada de Adolfo y borregada a una borregada de Cuvillo, sin que eso signifique querer mandar al matadero a la ganadería completa; ni que en la siguiente tarde disfrute con uno bravo que echen.

Seguir poniendo verde a un toro que lo único que haga sea moverse y buscar el pecho; y pese a todo cantar que Robleño es capaz de largarle fiesta.

Seguir pensando y diciendo que a Morante no se le ha perdido nada en Cantalejo, ni a Manzanares o Juli en la Aldea del Obispo. Que Ceret no es la cuna mundial del toreo, por muy bien que se hagan las cosas allí.

Seguir aborreciendo que se pite una tablilla y que el toro baje sistemáticamente de presencia cuando estén las figuras. Seguir asombrándome que los de un bando canten los petardos del contrario y callen los suyos.

Y seguir, seguir.

Discrepancias todas las del mundo, son hasta necesarias, pero este cainismo no nos lleva a nada bueno. Olvidadlo, unos y otros, ni toro ni torero son lo único importante, ni lo más importante siquiera. Porque toreando de salón, ni JT llena una portátil. Y con un espectáculo de recortes no hacemos 20.000 abonados en Madrid.

 

Gracias por vuestro tiempo.